La Aventura Parte II (Beyblade x Pokémon: The Diapered Adventures)

by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Jan 31, 2014


Chapter 10
Capítulo 10


Chapter Description: Max and Ash sissy education will start in the hands of the Rocket Team. Kenny will clash with Oak for Hilary's affections.


- Despierta....

...

- Despierta, Princesa...

Ash apretó los párpados, y luego los abrió lentamente. Sus hombros, brazos y muslos le dolían, y su boca tenía un sabor raro. Estaba acostado sobre las horrendas sábanas sintéticas, completamente desnudo. Su pie descalzo se movió por reflejo a un lado,

- Despierten...

Movió su pie por reflejo, recordando que no estaba solo. A su lado, otro cuerpo desnudo, otra respiración... A la cual no sabía si por el dolor o el cansancio, no quería hacerse.

- ¡Despierten!

El grito fue acompañado por una fuerte sacudida en el colchón. De inmediato, y con bastante disgusto, los dos chicos abrieron los ojos, para encontrar a dos miembros del equipo Rocket frente a ellos, de pie delante de la cama.

- Vamos, vamos, que las niñas buenas se levantan temprano – los apuró Victoria.

Frotándose los ojos y a punto de protestar, Max se levantó torpemente y avanzó hacia las dos chicas. Le siguió Ash, todavía desorientado por el horrible despertar. Debían de ser las 6 de la mañana, pero el día anterior los había dejado exhaustos y doloridos.

- Tu brazo – solicitó Almendra, poniéndose un puño en la cintura con el codo doblado, formando una pequeña ventana. Su compañera le imitó.

Todavía muy molesto, Max enredó su brazo en el de Almendra, y comenzó a caminar a par con ella. Victoria le siguió, con el pecho muy alzado y casi arrastrando a Ash del brazo.

Con sus primeros pensamientos del día, Max recordó: Desde que lo habían atrapado teniendo sexo con Ash, las dos terribles Rocket pensaron que lo suyo era lo gay. Así que harían todo para convertirlos en femboys apetecibles para los clientes. Los días anteriores comenzaron a maquillarlos, los sometieron a un doloroso proceso de depilación, y los entrenaron a caminar con porte a través de libros en la cabeza. Al terminar la tortura del día, los refundían en cuarto de papel tapiz rosado, con camas tipo princesa y almohadas con encajes, donde dormían sin ropa acompañados de peluches y muñecas.

- Tu postura - , exigió Almendra, casi riéndose, mientras Max caminaba a trastabillas junto a ella.

Reviviendo la terrible disciplina de que fueron presos el día anterior, Max se cuadró de inmediato, aunque su cadera todavía le doliera de tanto ensayar el contoneo.

Discretamente, volteó a ver a Ash, su compañero. La instructora que le había tocado a él era todavía más exigente y sádica, y preocupado por él, Max sólo esperaba encontrar una ocasión de sugerir un intercambio de institutrices, aún si a él le fuera a tocar la peor parte.

Casi sin darse cuenta, llegaron al cuarto de destino, que Almendra abrió con su manita. La sensación de humedad los embargó de inmediato. Hicieron pasar a Max primero, sus pies descalzos sobre la fría duela de azulejo, y los dos chicos pasaron el inodoro y el lavabo, hasta detenerse frente a una larga cortina, que Victoria corrió:

- Hora del baño, niñas – dijo la flacucha nerd.

La sala de baño debía medir unos doce por doce, pero estaba completamente vacío, salvo por un desagüe en el centro del piso. Los dos chicos se miraron, confundidos y nerviosos; los días anteriores habían tenido que guardarse de las duchas y los baños, debido a los tratamientos capilares y raros peinados que las Rocket habían practicado en ellos.

Pero no tenían idea de cómo ni qué tan terrible sería el ritual de bañado que las malvadas tenían preparados para ellos.

Para su sorpresa, Victoria y Almendra se separaron, situándose a lados opuestos del cuarto, y sacaron una pokébola de sus cinturas:

- ¡Ve, Milotic!

De la pokébola de Almendra surgió una largo y bella criatura, con el cuerpo color vainilla y forma como de dragón. El monstruo de bolsillo retozó grácilmente, ondeando su cola, y luciendo sus hermosos ojos rosados, coronados con dos elegantes antenas.

- ¡Vamos, Clamperl! – gritó Victoria, al mismo tiempo.

De su bola salió un extraño disco con protuberancias, que de inmediato se abrió mostrando una carne azulada dentro de la cual despertó una esfera suave con ojos, riendo contenta y chapoteando.

- ¿Qué son estos pokémon...? – preguntó Max, con una sonrisa insegura.

Ash no los reconocía del todo, pero parecía bastante asombrado.

Las Rocket se sincronizaron haciendo una pose rara, bajaron los brazos y luego los subieron, señalando hacia el frente a la vista de sus dos pokémon:

- ¡Clamperl! ¡Milotic! ¡¡Baño de burbujas de belleza!! – ordenaron, señalando con el índice.

De inmediato, los pokémon obedecieron, y moviéndose con soltura, comentaron su extraña técnica. Clamperl abrió su boca, soltando hacia el centro del baño un torrente de suaves burbujas. Mientras tanto, Milotic ondeó su larga cola armada como un abanico, soltando nubes de una fragancia rosada que se aproximaron a las burbujas.

Los dos chicos observaron impresionados cómo el dulce aroma de Milotic se combinaba con las burbujas de Clamperl, y comenzaba a crearse en el centro de la piscina una piscina acuosa que flotaba en el aire. Era una técnica tan avanzada que a Ash nunca se le habría ocurrido.

Pero embobado como estaba, el entrenador apenas sintió cuando su cintura fue enrollada por la cola de Milotic, y alzada en el aire.

- ¡¿Uaaahhh?! – exclamó Ash, agitando sus pies en el aire, mientras Victoria lo miraba divertida.

- ¡Ahora, preciosa, lanza a Ash a la piscina! – ordenó, señalando con el índice.

Max mientras tanto había sido devorado por el Clamperl, que había cerrado sus fauces sobre el cuerpo superior del chico, dejando sólo fuera el trasero y piernas de Max, que agitaba como nadando tratando de liberarse de esa asfixia.

Almendra, riendo también, imitó a su amiga y repitió la orden:

- ¡A la piscina!

Al mismo tiempo, el Clamperl escupió a Max con gran fuerza, propulsándolo en el aire hacia la masa rosada, mientras el Milotic arrojó al desnudo Ash Ketchum hacia ésta.

- ¡¡WAAAAHHH!! – gritaron los dos, mientras volaban a gran velocidad, y estaban a punto de chocar contra la piscina de burbujas.

Pero sorpresa de ambos, una vez que penetraron la superficie, ésta estaba tan esponjosa como una nube, y a la vez espesa, reduciendo la velocidad de ambos a un suave ondular.

- ¡Ammgfhfhrrr! – masculló Ash, al darse cuenta de que estaba sumergiéndose en una masa de agua cuya gravedad lo jalaba hacia el centro, y de inmediato reunió aire en sus mejillas y cerró la boca con fuerza.

Max lo tuvo más fácil, y encontró que el agua creada por los dos pokémon en conjunto, además de oler muy bien con un aroma embriagante como de rosas, estaba calientita y muy agradable, con burbujas fluyendo y dando masaje sobre sus cuerpecitos.

En sorprendente oasis de su tortura en los últimos días, los muchachos se sintieron impactantemente cómodos y reconfortados. Con su pequeño pene y bolas flotando como en cámara lenta, Max nadó de mariposa en busca de su amigo. Ash, mientras tanto, flotaba hacia abajo de cabeza, incapaz de decidirse a dónde ir. Hasta que, con una brillante sonrisa, Max llegó nadando hasta su marco de visión, chapoteando con sus pies, y de inmediato tomó el rostro del chico entre sus manos, y lo besó en los labios.

El repentino contacto con el bladebreaker terminó de relajar al entrenador, que cerró los ojos, sumergiéndose en la cálida sensación, y los dos chicos flotaron a sus anchas, visibles solamente en siluetas para sus crueles captoras, atrapados otra vez uno dentro del otro.

“Max...”, pensó Ash. “Aún dentro de las peores ocasiones, estar contigo aunque sea un segundo me trae la paz otra vez...”

El rubio lo abrazó con fuerza, mientras los dos giraban, protegiéndolo.

“Ash...”, se dijo Max. “No te preocupes... Pronto todo esto habrá pasado, y podremos volver a estar juntos”.

... Desde luego, el momento juntos no duró demasiado. Sin que ellos advirtieron, el baño de burbujas empezó a descender flotando, y pronto se encontraron abrazados en el suelo, con las dos celadores tras de ellos.

- ¡Hay que tallar bien a estos mocosos! – señaló Victoria, tallando con un duro cepillo el cabello de Ash, que apretó los párpados molesto.

Mientras tanto, Almendra tallaba el cuerpo de Max con una esponja. El güerito solamente soltó un suspiro de molestia.

- Si tan sólo volvieran a dejarnos un momento juntos... – dijo en voz baja.

MIENTRAS TANTO, EN EL CENTRO POKÉMON

Era una mañana pacífica, el trinar de los Starly y los sonidos de los Combee eran la pista de sonido oficial de la naturaleza. El Profesor Oak se había levantado temprano, puesto sus pañales de entrenamiento y una pequeña bata, y ahora estaba acuclillado con sus pies descalzos sobre el pasto, examinando un diminuto Weedle.

A su lado, Emily regaba los pokémon planta; algunos Skiploom evolucionaron al recibir el agua, y pronto un par de Jumpluffs despegaron del huerto, llenando el aire con hojas de diente de león. Emily hizo sombra a sus ojos con el canto de su mano, para observar el bello espectáculo. La chica estaba fascinada; nunca había pensado ver cosas tan bellas cuando decidió venir de voluntaria a esa región. Ahora, la novel enfermera había encontrado un paraíso alejada de las luchas, en una vida sencilla.

... He incluso, a la persona perfecta para ella. Detrás de ella, de improviso, llegó Misty. La muchacha la abrazó traviesamente por la cintura, haciéndola dar un respingo, pero tan pronto éste pasó, enternecida y un poco excitada por la ocurrencia de su amiga.

- Ah, Misty... – saludó la ex-beyluchadora, ruborizándose un poco. - ¿Has... tenido noticias?

Recordaba haber dejado a Misty al teléfono, en lo que ésta hacía los llamados de rutina a la gendarmería.

- Mmmhh, no – contestó la entrenadora, sin preocupación. – Las operadoras están ocupadas – continuó, abrazando un poco más a su amiga, y acercando sus labios a su oído al tiempo que bajaba sus manos un poco más debajo de la cintura de Emily...

Emily batalló con la manguera, aquejada por el acoso de Misty. Max, Ash y los demás llevaban ya cinco días desaparecidos, e incluso Tyson nunca había regresado de aquella llamada que supuestamente haría al Señor Dickenson. Pero la entrenadora no parecía ya tan preocupada... ¿Habría tal vez encontrado en ella a su verdadero interés romántico?

- ¿Por qué no me das...? – susurró con lujuria Misty, al oído de Emily. - ¿... Un poquito de coño en este momento?

La petición fue acompañada por un apretón directo sobre la vagina de Emily, por encima de su vestido de enfermera. Emily dio un brinquito y un gemido, espantada, y el chorro de agua fue a caer sobre el Profesor Oak:

- ¡Ahhh! – gritó el niño científico, mojado hasta los pañales por el torrente extraviado.

Sentada detrás de un tronco cercano, una siniestra figura observaba. Kenny rió entre dientes, complacido con el accidente que había sufrido su némesis. Regresó complacido a la lectura de su libro sobre pokémons; sabía que con su inteligencia podría encontrar una manera de superar a su rival, aún si éste le llevaba casi 40 años de ventaja...

“¡No me quitarás a Hilary!”, se dijo, enojado. “Llevo tantos meses trabajándola, ¡que no tienes el derecho!”

Dicho esto estrujó el libro, haciendo crujir las páginas, de tan sólo pensar en su venganza.

“¡Mira lo que me has hecho hacer!”, recordó. “¡Ahora piensa que soy un grosero! ¡Pero el verdadero patán eres tú!”, se dijo, convencido. “¡Y pronto le mostraré que soy mejor que tú...!”

Pero en ese instante, un nuevo frío recorrió su columna, en la forma de una voz femenina peculiar.

- Profesor Oak, ¿está bien? – dijo Hilary.

Al instante, Kenny se volteó, bufando, los lentes empañados de odio.

La hermosa niña había llegado con una vaporosa falda rosada, una blusa gruesa y holgada, y tenis altos. Estaba preciosa. Kenny se sintió a punto de explotar, mientras Hilary ayudaba al Profesor a levantarse asiéndolo por los brazos, pero éste lucía aún un poco apenado.

- Se ha mojado todo – dijo Hilary, con ternura y alegría.

Y luego se agachó frente a Oak.

- - Será mejor que le quitemos esto cuanto antes – añadió, mientras con sus dedos comenzaba a bajar el calzón pañal de Oak, quien sólo separó los brazos, sonrojado, viendo a la chica dejar al descubierto su pequeño pene.

“¡¡Grrrr, maldito seas!!”, exclamó Kenny dentro de su mente, apuñando la mano con ira. “¡Estás haciéndola caer con tus trampas!”. La envidia le corroía.

- Por suerte su libro de notas no sé mojó, Profesor... – siguió hablando Hilary, con naturalidad, secando el pitito de Oak con un trapo. El pequeño pene de Oak era gracioso e infantil, sus testículos luciendo más grandes incluso que la pollita en sí. – Sólo traeré una toalla, y pronto podrá volver a su investigación.

Kenny se sentía deseoso de salir de inmediato de su escondite, y estrangular al maloso, pero por gracia de Dios supo detenerse.

- ¡Ya está vestido de nuevo, Profesor! – dijo Hilary alegremente, subiéndole a Oak un nuevo calzón seco. – Por cierto, ¿quiere que le caliente un café para la tarde? – pidió la chica, muy solícita.

Incapaz de soportarlo más, Kenny se dio la media vuelta y emprendió camino lejos, para no cometer otro error.

“¡No puedo tolerar esto más! ¡¡Esto debe acabar HOY MISMO...!!”

Sintiendo nacer dentro de sí una alegría impostergable, el chico científico rio por lo alto, ya bastante lejos, a sus anchas. Y el bulto dentro de su pantaloncillo empezó a agrandarse...

DE REGRESO EN LA FORTALEZA DE LAS ROCKET

Quienes sí disfrutaban una excelente hora del café eran las chicas Rocket. Almendra tomó un sorbo de excelente americano, y suspiró de gusto:

- ¡Aahh! Deliciosa preparación – exclamó, contenta.

- Así es, amiga – aclaró Victoria, dando un sorbo. – Los Seedot le dan un sabor excelente.

Al otro lado en la cocina, en disfraces de sirvienta francesa, Ash y Max se apuraban con terminar todos los mandados de sus nuevas amas. Tan pronto escuchó la referencia, Ash apretó los dientes. Sabía que el equipo Rocket traficaba también con pokémons para usarlos en alimentos vendidos de forma clandestina.

- Trata de no pensar en eso, Ash – le aconsejó el joven pecoso, sin apenas voltear. – Lo importante es no cometer errores por ahora... Y así tal vez más adelante tengamos una oportunidad.

Callando con resignación, Ash sólo frunció el seño, y acabó de colocar las galletas que habían hecho juntos en una bandejita. Y tras ese desahogo, apoyó en el suelo los zapatos de charol para niña con que lo habían vestido, y emprendió una marcha hacia la mesita, con el garbo femenino en que las Rocket lo habían inducido.

- Sus postres están aquí, señoritas – exclamó, con una fingida voz melodiosa, mientras acercaba el plato a las criminales.

- Un poco más acá – pidió Almendra, haciendo una señal con la mano para que Ash acercara la bandeja más al centro.

El entrenador tuvo que inclinarse un poco, para estirar el brazo, y tan pronto lo hizo... ¡una mano femenina ágilmente se acercó y le soltó una nalgada por debajo de la falda!

El pobre de Ketchum tembló un poco, espantado, las galletas casi resbalando del platón... Pero suspirando, recuperó la calma, y siguió sosteniendo la charola, aún con algo de nervios.

- Eso es, Ash – le admiró Almendra, mientras Victoria manoseaba el fundillo de Ash bajo su falda. – ¡Lo has hecho bien!

“¡No eres una sirvienta, eres una esclava!”, recordó Ash las palabras de Almendra del día anterior. “Debes estar siempre abierta a cualquier petición o capricho de tu cliente. Que nada te sorprenda, ya que no eres tú quien tendrá el control de su cuerpo. Le perteneces a él, y a nada de lo que te pida (con palabras o sin ellas) puedes negarte o echarte para atrás...”

Sintiéndose acongojado y triste, pero aún en control de sí, el pobre chico siguió de pie, resistiendo, en tanto el canto de la mano de Victoria recorría con suaves y frías caricias la rayita de su trasero. Luego de disfrutar durante unos segundos, en que Almendra acabó de servirse las galletas, la cuatro ojos paró.

Con un suspiro, Ash recuperó la posición erguida, y sin decir nada dio la media vuelta para regresar a la cocina con el platón vacío. Una fuerte nalgada en su culo acompañada por risas, otra vez de la mano de Victoria, lo despidió. A mitad del camino se cruzó con Max, quien venía cargado de un plato con aromáticas crepas dulces.

Max ni siquiera volteó a ver a Ash, en esta ocasión. Sabía que bajo la presencia de sus amos, ningún contacto no solicitado entre cualquiera de las esclavas estaría consentido.

Caminando con un encanto ya bastante femenino sobre sus tacones de aguja, Max llegó a servir, sonriendo con alegría muy fingida.

- Damas mías, aquí tienen el postre principal – dijo, dejando con mucho cuidado los platos frente a ellas.

Las dos sonrieron con una mirada de aprobación, casi olvidando el entrenamiento para enfocarse en los bien presentados platos que Max había preparado.

- ¿Algo más que pueda hacer por ustedes? – preguntó el chico, entrelazando las manos y colocándolas sobre su entrepierna, con un mono contoneo.

- Mmmh... Sí – dijo Victoria de inmediato, con una sonrisa perversa en los labios.

Sin mediar mucha palabra, estiró la mano, y sujetando entre índice y pulgar la punta de la falda de Max, la levantó para dejar al descubierto las piernas del muchacho.

- Vaaaya – silbó, subiendo un poco más la falda, para exhibir la entrepierna de Max, cubierta con una delicada pantimedia rosa de chica. – veo que vienes muy bien equipada...

Max no se espantó, o al menos manejó bastante su sorpresa para no dejarlo ver, y sólo siguió de pie, mientras las dos chicas admiraban.

- Fiuuu – continuó Victoria, recorriendo con la punta de su dedo los dulces muslos del chico, que apenas y estaban un poco en carne de gallina. - ¿Qué opinas, Almendra?

La mencionada sólo soltó un par de risitas, mientras Victoria se complacía. Entonces, la morena con un movimiento rápido enredó su brazo alrededor de la cintura del beyluchador, y ejerciendo un poco de fuerza, hizo el gesto de volverlo de espaldas. Max entendió de prisa, y se dio la vuelta, dándole a Victoria las nalgas, que quedaron apenas un poco bajo la cara de la agente sentada.

- ¡Heeey! – exclamó Victoria de nuevo, un poco artificial ahora.

Y tomándose su tiempo para admirar, llevó su mano de nuevo a la faldita de Max, y la levantó para dejar expuestas las grandiosas nalgas del muchacho, sobresalientes y abultadas con bastante dificultad dentro de su calzoncito.

- ¡Uuuhh, dat ass! – dijo al chica. Y dio dos buenas nalgadas en el culo de Max, quien en muy poco se inmutó. – Hey, Alemndra, ¿no es éste un trasero que cualquiera querría? – preguntó.

La castaña pareció pensarlo un rato, con diversión, hasta que su amiga volvió a inquirir:

- Tú, ¿cuánto darías por él?

Almendra se rió poquito, provocando a Victoria a preguntar más.

- ¿Unos... P20,000? ¿30,000? – exploró la chica, ahora retóricamente, mientras recorría una y otra vez el contorno del trasero de Max, sin educación alguna. - ¿O unos... P100,000 en subasta?

Del otro lado de la cocina, Ash lo veía todo. Tenía que llegar a servir la leche endulzada, pero tenía un poco de temor de hacerlo. No entendía, y se sentía un poco mal, por la forma en que Max podía soportar todo eso.

Al final, reluctantemente, y sin despegar los ojos de la escena, comenzó a empujar el carrito para llevar las bebidas a sus “amas” del día.

- Ven, ¿por qué no te sientas aquí? – invitó Victoria, maniobrando a Max con el brazo para sentarlo sobre su pierna. - ¡Eso es... Buena chica! – dijo, con gusto y burla.

- Sus mousses, señoras – saludó Ash, llegando.

Le sirvió a Almendra de inmediato, quien comenzó pronto a sorber.

- Vaya, vaya... – se deleitó la otra. – Mucho mejor que la vez pasada, chicas... En verdad me hacen creer en ustedes.

- Gracias, ama – dijo Ash, con amargura, cerrando los ojos.

Almendra bajó la taza, y contempló.

- Creo que un par de semanas más, y estarán listas para ir a subasta – dijo. – No tengo la duda que habrá caballeros que paguen hasta P500,000 por cada una de ustedes. Después de todo, uno fue un entrenador famoso, y el otro un Blade Breaker... Quizás incluso dupliquen esa suma.

- ¡Best business ever! ¿no, comadrita? – festejó Victoria.

Los pobres de Ash y Max se tragaron su orgullo, sin contestar.

- Y si no hubiera sido por nuestra jefa, por Kai hubiéramos ganado otro tanto – añadió Almendra, dando un trago más. – Una lástima que Eliza lo hubiera querido como su esclavo sexual personal... Pero supongo que todas tendremos nuestro premio de vez en cuando, ¿no es así?

- ¡Así sea, mujer! – dijo Almendra, alegremente, acercando su taza.

Las dos Rocket las chocaron, y bebieron con ganas.

“Dos semanas más...”, al mismo tiempo pensaron Ash y Max, sin saberlo incluso.

NOCHE, CENTRO POKÉMON

Hilary y Emily se han ido a dormir, mientras es el turno de Misty para quedar de guardia. Las luces exteriores están encendidas, pero dentro reina la oscuridad casi total. A través de una ligera apertura, se cuela la luz de uno de los cuartos.

Oak ha instalado un laboratorio provisional, donde a la vez que continúa algunos estudios con los pokémon, elabora un diagrama para la máquina que lo regresará a ser un adulto... Cuando las piezas lleguen, claro. El pequeño Profesor se encuentra abstraído, cuando un tañido en la puerta lo despierta. Bajando casi de un salto de la silla (tan alta para él que le deja colgando los pies), el chico se calza unas pantuflas, y camina al recibidor.

- ¿Hola? – pregunta el profesor.

Por la rendija se muestran dos grandes vidrios empañados.

- Buenas noches, Profesor Oak – pregunta el visitante, en una voz sorpresivamente calma.

Sin sospechar nada, Oak abre de inmediato.

- Ah, pasa Kenny.

El enanín de lentes hace una reverencia y camina dentro.

- ¿En qué puedo servirte? – pregunta Oak, con las manos en los bolsillos de su bata de laboratorio.

- Yo... – dice Kenny, como haciendo un preámbulo. - ... Quería disculparme del enojo de la vez pasada. Había tenido un día difícil, y este mundo de Pokémon es tan raro que no lo entiendo.

Oak lo mira con franqueza, y sonríe. Kenny le aventaja en 5 o 6 años de edad física, y aunque en edad real apenas es un niñato en comparación con él, debido a la inteligencia de este nerd, Oak sí se cree que pueda recapacitar de esa manera.

- Está bien, Kenny, no te preocupes – le dice el profesor, proverbialmente. – Nada de esto pasó a mayores.

El Profesor parece estarse acercando de vuelta a su silla, pero Kenny de prisa dice algo más:

- ¡Ehh---Espere un momento, Profesor! – le increpa. – Yo... Quería saber si puede enseñarme una cosa al respecto de los pokémon insecto. Estuve leyendo un poco en la mañana, pero me quedó una duda.

- ¿Ah? ¿Sí, Kenny? – pregunta el profesor, algo sorprendido. - ¿De qué se trata?

“¡ja ja ja, directo a mi trampa!”, piensa el malvado ojón.

- ¡Es sobre los Weedle! Verá, las estructuras de quitina en su cuerno... Tengo curiosidad por observar cómo se verían desde el microscopio.

El Profesor razona, complacido.

- Bueno, curiosamente tengo algunos Weedle en cautiverio, aquí en esta ala del laboratorio – dice Oak, levantándose y tomando camino. – Ven, sígueme, podemos verlos ahora mismo en vivo.

“¡Todo de acuerdo con el plan!”, se dice Kenny a sí mismo.

- Aunque muchos pensaban que la estructura molecular del apéndice es piramidal – comienza Oak su perorata, mientras Kenny lo sigue por detrás. – los descubrimientos del profesor Secuoya en 1964 probaron que en realidad está compuesto de tejidos en mosaico con pautas irregulares...

Kenny prepara sus puños, ansioso de demoler, y el profesor va tan abstraído que ni se entera. Y tan pronto pasan la puerta de la zona de laboratorios...

“CLIC”

- ¿Eh? ¿Qué ocurre? – pregunta el profesor, dándose la vuelta. - ¿Se cerró la...?

Antes de que pueda decir nada, se sorprende al ver a Kenny, tenso y enojado, acercándose hacia él con lentitud.

- Oye, ¿Qué...? – pregunta.

Pero de inmediato Kenny se abalanza y lo arroja al piso.

- ¡¡NOOOO!!

- ¡Mocoso, ladrón de chicas, ahora tendré que enseñarte a respetar!

Oak trata de arrastrarse para defenderse, pero Kenny no lo deja y ya está sobre de él. Alrededor del túnel los pokémon duermen dentro de sus jaulas, y bajo del puente con luz artificial retozan varios pokémon insectos alrededor del árbol.

- ¡Kenny, suéltame! – grita de Oak, dándose la vuelta para mirarlo boca arriba, y se desliza hacia atrás.

Para su desgracia, los dedos del Bladebreaker lo sujetan del elástico del calzoncito, y tan pronto se echa atrás, el pañal se le baja hasta las rodillas.

- ¡JA! ¡JA! – balbucea Kenny, emocionado. - ¿Lo ves? ¡Eso es lo que eres! ¡Sólo un pequeño salchichín! ¡Tú no mereces a Hilary!

¡Oak se asusta demasiado! Kenny parece ahora un completo psicópata, capaz de todo.

- ¡... Pues a ti nunca te querrá a ti después de que le cuente esto! – exclama, tratando de disuadirlo.

- Ohhh, Profesor, no lo creo... ¡Usted no le contará nada! ¡NADA! – grita Kenny, enloquecido.

- ¡No hagas una locura! – insiste el profesor, mientras forcejea con Kenny, que lo atrapa de las muñecas. - ¡Soy un Profesor Pokémon de fama mundial! Si llegas a tocarme por un pelo, tu carrera científica quedará...

- ¡¿Arruinada?! – se burla Kenny. - ¡No podría importarme menos! ¡Lo que yo necesito es a Hilary.... Y usted no me la robará, sin importar cuántos títulos y grados tenga!

Kenny logra empujar los brazos de Oak con sus codos, y acerca peligrosamente sus manos al cuello del pequeño.

- Aún si me matas, la gente investigará... - dice el Profesor, luchando por evitar el estrangulamiento. – No la tendrás... ¡NUNCA!

Furioso, Kenny se detiene, mirando con rabia al niño que lo contraría.

- ¡ESO YA LO VEREMOS! – Exclama, sujetándolo por los hombros. - ¡Después de que usted muera!

El Profesor no puede hacer nada para resistirse a la fuerza del niño, que lo dobla en masa muscular. Kenny lo pone de pie, y Oak no puede ni siquiera sostenerse bien, con los pañales atrapándole peligrosamente los tobillos.

Kenny lo tiene en frente, y lo sujeta de los hombros, mientras Oak lo mira aterrorizado.

- Entonces... – dice el blade breaker, de pronto en voz silenciosa. Oak espera expectante. - ¡ADIÓS, PROFESOR!

Y con un fuerte empujón, lanza a Oak del puente. El pobre niño aletea con los brazos para tratar de frenar la caída de 15 metros de altura, Kenny ríe...

Unos segundos después, el cuerpo del profesor yace muerto y ensangrentado sobre el césped del suelo, mirando hacia arriba, como señalando a su asesino. Emitiendo unas risas entre dientes, Kenny se da la vuelta, avanza hacia la puerta de seguridad, pone la clave, y sale para regresar a su cuarto como si nada.

CONTINUARÁ

[SPOILER] ¡Mentira! JO JO JO

Aquí está lo que en realidad pasó:

- ... Aún si me matas, la gente investigará... - dice el Profesor, luchando por evitar el estrangulamiento. – No la tendrás... ¡NUNCA!

- ¿Ah, sí? –pregunta Kenny, de repente bastante maniático. – Entonces, si no puedo tenerla a ella... ¡Lo tendré a usted!

- ¡Nooo! – grita Oak, al tiempo que Kenny lo empuja por el tronco para darle vuelta.

Oak pronto queda de espaldas y boca abajo, arañando el piso con los dedos en un intento por zafarse, pero está bien atrapado con sus rodillas entre las piernas de Kenny.

El Blade Breaker se desabrocha el short, y saca su pequeña polla, que está ya paradita de la emoción por el crimen.

- Voy a disfrutar mucho esta venganza – dice Kenny, y sujeta con sus manos la cadera de Oak.

- ¡¡NOOO!! – vuelve a gritar el Profesor, con el culo bien parado hacia el chico.

- ¡Quédese quieto! – grita Kenny, iracundo, dándole una dura nalgada. - ¡Es hora de destruir su pequeño trasero!

Y poniendo las manos alrededor del trasero de Oak, Kenny abre con los pulgares las nalgas del pequeño, para revelar su pequeño y rosado agujerito.

- ¡Oh, sí! – grita Kenny, con un golpe rápido de cadera.

- ¡ARRGHH! – grita Oak nuevamente, cuando el pene de Kenny se introduce de golpe por todo su ano.

Kenny vuelve a tomar las caderas del profesor, que se está retorciendo de dolor, mientras sigue follándolo moviéndose de atrás hacia delante.

- ¡¡AAHHH!! – grita el perverso niño, a sus anchas. - ¡¿Esto es lo que quería, Profesor?! ¡¿Esto quería hacerle a Hilary?!

- ¡KYAAAAHH! – grita Oak. Su llanto es el de un niño, pero el alma es la de un hombre - ¡AYY! ¡AAYY! ¡NOOO, POR FAVOR!

En vez de eso, Kenny continúa dándole, más rápido y más fuerte, aumentando con eso su placer.

- ¡Ah ja ja! – grita el Blade Breaker. - ¡Quería hacer esto desde hace muuucho tiempo!

El pobre de Oak ha dejado de luchar. Ahora tiene el rostro contra el suelo, las piernas despatarradas y la cola parado bien alto, llora a borbotones mientras Kenny lo penetra una y otra y otra vez.

- ¡Ayyyy... Aaaayyyyy! – sólo chilla el pobre de Oak.

- ¡Y ahora tendrá que hacer esto por mí todos los días, mientras estemos viviendo aquí...! – comienza a ordenar Kenny, perdido de placer. - ¡¿ENTIENDE, PROFESOR?! – le grita entonces, dejando de follarlo por un momento.

Oak está traumatizado, llorando en el piso. Pero Kenny no puede parar. Acerca violentamente su rostro al oído del Profesor, y le suelta un duro y agresivo grito:

- ¡¿LO ENTIENDE?!

Pero en ese instante, la puerta vuela con una potente explosión.

- ¡¿Qué?! – pregunta Kenny, alzando la vista.

El humo se disipa, y frente a ella está Misty, con su Seadra, que acaba de ejecutar una Hidrobomba tan fuerte como para tirar la puerta de titanio. A su lado, Emily, amenazante. Y frente a ellas... Hilary.

- ¿HI... LA... RY? – apenas puede Kenny musitar, atrapado en el acto.

La chica sólo lo mira hacia abajo, con tremenda ira y desprecio.

- KEEENNY. NO PUEDO CREER QUE TODO ESTE TIEMPO... – gruñe, como una fiera. – ¡¡HAYAS SIDO EN REALIDAD UNA PERSONA TAN BAJA Y ENFERMA!!

El pene Kenny se resbala, saliendo del trasero de Oak, que comienza a recuperar la respiración en el suelo; de inmediato, el Blade Breaker ha perdido su voluntad, y su erección.

- ¡Nadie que esté de invitado aquí puede violar al profesor! – complementa Misty, igualmente furiosa. – Vimos todo tu ataque, con las cámaras de vigilancia.

Las tres chicas dan un paso al frente, hacia el terrible criminal. Kenny intenta retroceder arrastrándose con el culo, mientras las tres sombras caen acusadoras sobre él.

- Tendremos que darle el peor de los castigos...

Kenny empieza a tiritar de miedo, mientras las tres chicas extienden sus brazos hacia él...

 


 

End Chapter 10

La Aventura Parte II (Beyblade x Pokémon: The Diapered Adventures)

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