Mis Tías las Brujitas

by: malom_shlasters | Complete Story | Last updated Sep 22, 2014


Chapter 3
El Día más Largo


Chapter Description: La relación con mis tías se comienza a volver más misteriosa y peligrosa... Un momento, ¡¿Todavía me estoy volviendo más joven?!


Me desperté de repente, sintiendo como si algo me hubiera golpeado. Cuando abrí los ojos, consciente, pude ver las risueñas caras de mis tías arriba de mí, tapadas parcialmente por sus bamboleantes pechos. Me di cuenta de mi posición: estaba a pies de la cama, en una extraña postura, con mi cabeza apoyada en el piso y los pies aún colgando de la cama donde había dormido con tía Delia, quien aún estaba dormida bajo las sábanas. A mi alrededor, al nivel de mi vista, estaban los pies de mis otras tías: Clara, Lara, Eli y Marta, agitándose de risa. Apenas me incorporé para acostarme en el piso cuando tía Marta echó una carcajada y puso su pie sobre mi cabeza; mis otras tías se desternillaban de risa. Apenas amanecía y sus pláticas y diversión apenas iniciaban.

Logré apoyarme en las rodillas para gatear y así escapé del pie de tía Marta, arrastrándome hacia los pies de tía Lulu, cuyas uñas pintadas de rojo capturaron mi atención. Tan pronto llegué me incliné sobre sus pies, aún arrodillado, y comencé a besar su moreno pie. Tía Lara se estremeció de risa, y me dio una palmada en las nalgas para hacerme ir de allí.

Luego de eso llegué a los pies de tía Eli, que eran deliciosamente gorditos, blancos y lindos, con los dedos muy cortitos, y comencé a darles besitos, desde los dedos a la planta del pie. A tía Eli le encantó, y levantó el pie del suelo para que pudiera besarlo completo. Le besé hasta los tobillos, mientras ella seguía hablando como de costumbre, aunque estaba seguro de que apreciaba mis servicios. Tía Clara estaba un poco más seria, aunque sonriente, y cuando acabé con tía Eli, ella me llamó:

“Oye, niño, vente para acá; quiero descansar los pies”.

Gateé hacia ella en ese mismo instante; ella alzó las piernas y puso sus tobillos en mi espalda, cruzando las piernas. Me quedé arrodillado y con las manos en el piso, sosteniéndola durante casi 20 minutos, y ni siquiera me dio las gracias. Y eso que sus pies estaban bastante pesados.

Intenté no pensar en eso y aproveché para observar los cuerpos de mis tías. Ellas traían puesta la misma ropa que usaron para dormir (es decir, solamente una playera y un calzón, así como joyería variada) y aún estaban descalzas.

Tía Lara era la más joven de las hermanas, y estaba próxima a casarse; por supuesto, ella tenía el mejor cuerpo de todas, ya que aún no pasaba por el embarazo. Su cuerpo era delgado, pero no muy flaca, con sólo un poquito de grasa; su cara era también muy bella, especialmente porque quizás era la única de mis tías que todavía se maquillaba. Ella tenía pechos firmes, piernas largas y el cabello largo y rizado. También era la más morena de todas mis tías.

Tías Clara y Marta eran más o menos igual de gordas, aunque Marta era ligeramente más ancha y un poco más bajita, con piernas rechonchas y cortas, mientras Clara quedaba más o menos en una estatura y peso estándar. Tía Clara era también más morena que Marta. Tía Clara se veía un poco enojada casi siempre, mientras que la expresión de tía Martha siempre había solido ser la de una niña; bueno, de una vulgar y escandalosa niña de 33 años. El cabello de Clara era corto y rizado, mientras que el de Marta era largo, y un poco menos rizado, usualmente amarrado en una cola, con algunos bucles izados colgando en las patillas. A mí me gustaba un poco más Marta que Clara; aunque hablara en humor de escusado y me hiciera enojar a veces, casi siempre estaba de buen humor y le gustaba hacerme bromas pesadas, como darme nalgadas aún cuando ya estaba grande, cosa que ahora comenzaba a parecerme divertido. Y eso incluía el hecho de que mi tía estaba usando trusa de hombre en ese mismo momento.

Y por último, mi tía favorita, Eli, era la más delgada después de Lara. Era un poco más alta que mis otras tías, y de todas era la que tenía la piel más clara. Eli se veía casi siempre seria y un poco preocupado; nunca que recuerde me regañó o criticó. Estaba usando un calzón plateado de satín, y en mi opinión sus senos eran más firmes, aunque más chicos, que los de sus hermanas, quienes a esa edad tan avanzada ya los tenían grandes, gordos y fofos. Como he dicho, sus pies eran rechonchos y esponjosos, aunque sus piernas eran femeninas, carnosas, en perfecta figura.

¿Pero dónde estaba tía Bety? Me asomé y la vi aún en su cama, vistiendo nada más que sus calzones blancos, y durmiendo tranquila, mientras roncaba fuertemente. Ella estaba acostada de costado, cubierta en parte por las sábanas, y pude admirar nuevamente sus anchas y fuertes espaldas. Me sentía enamorar de ella, y pensé en lo lamentable que era que no se hubiera despertado aún y jugara conmigo.

Luego de 20 minutos, tía Clara se cansó de la posición de sus piernas y bajó los pies de nuevo al piso, dejándome descansar y despidiéndome con una nalgada de incentivo. Seguí gateando entre las piernas de mis tías, mientras ellas me cosquillaban con los dedos de los pies, procurando mi diversión; en cierto punto me hicieron reír tan fuerte que tuve que tumbarme al piso boca arriba, meciéndome mientras reía. Mis tías se divertían tanto como yo, y me hicieron rodar empujándome con los pies mientras continuaban haciéndome cosquillas en las axilas e ingles con los dedos de sus pies.

Unos minutos después, tía Clara se levantó y ordenó: “Chicas, ya hace hambre, es hora de hacer el desayuno”.

A su orden, mis otras tías se levantaron, y quedé arrodillado en el piso, viendo sus piernas alejarse. Quedé solo en la habitación, excepto por tía Delia y tía Bety. El enorme cuerpo de tía Delia estaba aún dormitando bajo las sábanas, y me levanté y caminé hacia la cama de Bety. Al poner las manos sobre la orilla de su cama, me di cuenta que, comparada a la noche anterior, mi peso era un poco menor, ¿Quizás había rejuvenecido un año más?

En verdad me excite cuando pude ver a tía Bety de cerca. Ella seguía dormida en la cama, y pude alcanzar a ver un poco de sus grandes senos sobre el colchón. Ahora estaba solo, ¿Qué debía de hacer? Me moría de ganas por jugar con ella… ¿O tal vez algo más? No sabía qué hacer, o lo que realmente estaba sintiendo y, temblando, me atreví a subirme a la cama, sólo para contemplarla aún más de cerca. Ella estaba roncando ligeramente, con la mitad de su dura cara sobre el colchón. No supe por qué, pero su ruda y desagradable cara, en ese momento era la cosa más linda y encantadora para mí.

Pero no tuve valor suficiente para despertarla y, temblando, deposité un gentil beso en su sien, con toda mi admiración.

En ese momento, una de mis tías me gritó desde la cocina:

“Marcos, ¡el desayuno está listo! ¡Ya puedes venir!”

Por suerte su grito no despertó a mi tía, o habría estado en un gran problema. Temiendo que alguien me atrapara, rápidamente me bajé de la cama, y un segundo después de que tocara el suelo, tía Marta entró en el cuarto.

“Oh, ¡allí estás, ven!”, me dijo, estirando la mano para que la tomara. Tía Marta me llevó de la mano a la cocina, donde mis tías tenían el desayuno listo.

Nunca había desayunado desnudo, pero mis tías lo tomaron con naturalidad. Todas se sentaron a la mesa, comiendo sus respectivos desayunos. Luego de unos minutos, tía Delia llegó a la mesa, tan desnuda como estaba, y luego de eso tía Bety. Comí cereal, jugo y huevos fritos, pero luego me di cuenta de que algo faltaba.

“Tía Clara, ¿dónde están los otros niños?”, pregunté.

“No hables con la boca llena, Marcos”, me dijo, y luego contestó: “están con sus papás, naturalmente. Se nos ocurrió pasar un fin de semana de hermanas, solas en la casa, antes de que tu tía Lara se case”.

Eso explicaba una parte, pero aún no sabía exactamente lo que estaban planeando, ni cómo me habían regresado hasta este punto. Pero quizás sería mejor guardarme mi pregunta para el momento adecuado.

Luego del desayuno, mis tías se sentaron a platicar y prendieron la tele para mí. Encontré más divertido jugar con los carritos de mis primos. Jugaba a hacerlos correr por toda la sala, empujándolos mientras corría agachado, con el culo apuntando al aire. Luego de una hora me acosté a descansar en la alfombra y tía Marta dijo:

“Basta de huevonear, es hora de ponerse lindas, chicas”.

“¿Y al niño quién lo va a cuidar?”, preguntó tía Bety.

“Le toca a Eli”, respondió tía Clara. “Y a mí me toca bañarla”.

Me enteré de que mis tías tenían la costumbre de bañarse las unas a las otras, y los primeros en usar la tina seríamos yo y tía Eli.

Tía Clara me llevó de la mano al baño, donde tía Eli se encontraba ya desnuda en la bañera, esperando de pie por nosotros. Tuve una instantánea erección cuando vi completo el cuerpo de tía Eli: se veía firme e impecable, con sus anchas caderas y llantitas adornando. También se veía muy elegante, especialmente porque se había dejado puestas sus joyas, y por su peinado alto, que quedaba excelente para su negrísimo cabello.

Sólo pude pensar en eso por un momento, porque tía Clara me levantó de las axilas y me depositó en la tina; tía Eli me sostuvo de los hombros mientras Clara hacía el agua correr.

Me sonrojé, bastante avergonzado; sí, ahora era un poco más joven, 11 años, pero aún era lo bastante viejo para ser bañado por mi tía. Nos quedamos de pie en la tina mientras ella me enjabonaba, lavando todo mi cuerpo, desde las axilas hast alas nalgas, sin mostrar ninguna emoción excepcional. Claro, tuve todo el tiempo mi pene parado apuntando hacia ella, lo que me hacía sentir aún más avergonzado, pero cuando ella se agachó para lavar mis muslos, no le importó para nada, enjabonando y tallando mis testículos demasiado rápido para hacerme excitar más. Luego pasó su mano enjabonado entre mi ano y mi escroto, alcanzando mis nalgas, y las acarició dejándolas muy limpias.

En todo eso tiempo, ella estaba también siendo bañada, por mi tía Clara, quien estaba de pie fuera de la tina, con la ropa puesta; sentí envidia de tía Clara por tener el privilegio de bañar a mi querida tía Eli. Mis tías estaban bastante sincronizadas, así que cuando tía Eli terminó de bañarme, tía Clara acabó también con ella.

Después, Tía Eli se sentó en la bañera, jalándome hacia abajo para que yo también me sentara. Tía Clara tuvo la tarea de lavar el cabello de tía Eli, de la misma forma que tía Eli, había comenzado a frotar mi cabello con shampoo. Ella me hizo sentarme en su regazo, mientras ella se quedaba sentada sobre la bañera, con las piernas en posición de loto. Mi altura ahora era tal, que con sólo reclinarme hubiera podido apoyar mi cabeza justo entre sus senos, si ella no hubiera estado lavándome el cabello. Mis nalgas estaban en contacto con sus rodillas, pero por suerte estábamos bajo el agua y no tuve que preocuparme por esconderle mi erección.

Cuando acabó de bañarme, me tomó de las axilas y me hizo acostarme sobre ella, reclinando mi cabeza contra su pecho, y sosteniéndola con sus finas manos. Era una sensación muy relajante al estar los dos bajo el agua; me sentía enervado por el olor del cuerpo de mi tía, tan suave y femenino, y descansé mi cabeza sobre sus preciosos y un poco velludos brazos, jugando con sus pulseras. Luego de cinco minutes de estar sumergidos en la bañera, Clara ayudó a mi tía Eli a salir y le secó el cabello con una gran toalla. Tía Eli hizo exactamente lo mismo conmigo, y me dijo que le encantaba que ahora estuviera tan limpio y oliera tan bien, luego de aspirer el aroma a limpio de mi nuca. Juntos, totalmente desnudos y perfectamente limpios, salimos del baño hacia el corredor; pude observar antes cómo tía Clara comenzaba a quitarse los calzones y la playera, y en la puerta estaba tía Bety, esperando entrar para bañar a su hermana.

Tía Eli y yo caminos desnudos por el corredor, abrazando la cintura del otro por la espalda, y fuimos de nuevo al dormitorio. Estaba feliz de estar en su compañía, y a ella parecía gustarle también, porque más que mi cintura, sostenía y acariciaba una y otra vez con sus manos mis tiernas nalguitas.

Ya que llegamos a la habitación, tía Eli tendió la cama, y yo me tendí tan pronto hubo terminado.

“Ah, así que quieres tomar la siesta”, dijo tía Eli, cubriendo mi cuerpo desnudo con la sábana, “debes estar muy cansado”.

Me sentí relajar cuando me puso la cálida sábana sobre el cuerpo; estaba suave y felpuda. En realidad el baño caliente ya me había puesto somnoliento, añadiendo que no había dormido muy bien la noche anterior, por todo lo que ya les conté. Cuando empecé a cerrar los ojos, tía Eli me besó en la frente y acarició mi cabello, antes de salir de la habitación. Lo último que vi antes de sumirme en dulces sueños, fue su hermoso y desnudo cuerpo, con tan sólo una toalla envuelta en su cabeza, y sus lindas nalguitas, salían por la puerta.

Unos extraños ruidos me despertaron; había dormido durante una hora. Y, sorprendido, encontré mi vision bloqueada por enormes traseros femeninos. Eché un vistazo alrededor, y note que la configuración de las camas había cambiado; ahora estaban todas colocadas en forma de cruz, conmigo en el centro.

A mi alrededor estaban cuatro de mis tías: Delia, Marta, Eli y Clara, totalmente desnudas, arrodilladas sobre las camas y agachadas mostrándome el culote, con sólo sus manos cubriendo sus vaginas. Al principio estaba confundido, ya que jamás hubiera pensado contemplar a mis tías de esa forma; sus traseros, gordotes y jugosos, con sus grandes nalgas un poco abiertas, rebotando arriba y abajo y temblando como gelatinas.

Mis tías voltearon a verme, sin moverse de sus posiciones. Por el movimiento de sus traseros y manos, me di cuenta de que no se estaban cubriendo la entrepierna: ¡Se estaban masturbando en frente de mí!

Eso explicaba sus gemidos, y sus rostros concentrados. Tía Clara fue la primera en darse cuenta de que había despertado.

“Oh, Marcos, ¡por favor besa mi trasero!”, me rogó, jadeando.

No sabía qué hacer, estaba demasiado nervioso. Me sentí aún más joven que antes, como si tuviera 10 años o algo así; quizás el baño me había afectado también. Estaba acostumbrado a que mi tía me regañara, y en alguna ocasión que me dijera que le besara el trasero, ¡pero ahora lo decía en serio!

“Marcos: ¡¡Bésame el culo en este mismo momento!!”, tía Clara repitió, al notar mi titubeo.

Rápidamente decidí que sería mejor aprovechar. El culo de tía Clara era moreno, prietísimo y algo aguado, pero no un mal trasero realmente. Incluso recordaba haberla visto usando pantalones ajustados, lo que en alguna ocasión me provocó excitarme, o al menos me pareció que se veía bonita. Me apresuré hacia su trasero, abrazándolo con ambos brazos y besándolo una y otra vez. No olía mal, ya que yo mismo había visto a tía Clara bañarse hacía poco tiempo; y el contacto me fascinó. Era un muy buen trasero, que comencé a masajear torpemente con mis manos, aún un poco nervioso pero ansiando sentirlo en toda su grandeza.

Al parecer tía Clara lo disfrutaba también, porque empezó a mover sus dedos con más intensidad, gimiendo más alto y más seguido. Tan solo de verla y escucharla, mis otras tías se pusieron excitadas también, y yo aún estaba acariciando el trasero de tía Clara cuando mi tía Eli me pidió:

“¡Marcos! ¡Por aquí! ¡¡Yo también quiero que me hagas!!”.

Acudí a su llamado instantáneamente, deseoso de darle todo mi amor a su lindo fundillo. Su culo era mucho más grande que el de tía Clara, y me puse a besarlo por todos lados. Tía Clara chilló mientras se ponía más y más excitada, y me ordenó:

“¡¡Aquí, Marcos!! ¡Cosquillitas, por favor! ¡¡En la raja!!”.

Comencé a acariciar la raya de sus nalgas un poquito, con el canto de la mano; para ese momento, el nerviosismo que sentía había sido sustituido por excitación, y realmente me encendí tocando su blanco y tierno culito. Froté una y otra vez mi cara contra sus suaves nalgas. Ella estaba por llegar al orgasmo cuando tía Delia me pidió, entre gemidos:

“¡Marcos! ¡Aquí! ¡Ahora a mí!”

Tuve que dejar a tía Eli por un rato, por suerte parecía que ella ya lo estaba hacienda bien sola, y acudí al trasero de tía Delia. Era tan enorme como ustedes no pueden imaginar, y no sabía por dónde empezar, porque sus nalgas parecían tan fuertes como para romperme la mano. Pero entonces levanté su trasero con ambas manos y le di una fuerte nalgada. La mano de tía Delia no dejaba de moverse, y las nalgadas parecían excitarla bastante; así que nalgueé su culo varias veces, con todas mis fuerzas, y luego le levanté las nalgas una y otra vez y las dejé caer, para hacerlas rebotar más y más. Sus nalgas eran tan gruesas que aunque las separé lo más que pude, no alcance a verle el hoyo del culo. Iba muy bien con ella cuando tía Marta me llamó:

“¡Marcos! ¡¡No te olvides de mí!!”

Fui hacia el trasero de tía Marta y lo abracé con ambas manos, besándolo muchas veces. Sus gemidos casi me aterrorizaban, ya que estaba por llegar al clímax.

“¡Eso, sobrino!”, me gritaba, “¡Síguele así!”

Pero luego, recordando cómo le gustaba nalguearme, le di nalgadas con todas mis fuerzas, una y otra vez.

Ella comenzó a disfrutar las nalgadas, contoneando las caderas mientras se masturbaba, y entonces le agarré las nalgas con fuerza, y las comencé a separar y juntar una y otra vez, lo que al parecer le fue muy estimulante. No me sentía con ganas de parar la marcha; quería vengarme de ella de la forma más dulce posible. Ella estaba a punto de llorar de placer, y en ese momento le besé toda la raya del culo, de arriba abajo, casi haciendo que se desmayara.

Pero luego, tía Clara me llamó de Nuevo, con la mano: “¡Marcos! ¡Por favor! ¡Más nalgadas!”.

Y un Segundo después, tía Eli me llamó también: “¡Marcos! ¡Masajea mis nalgas, por favor!”.

Y así, no me dieron descanso. Sus culos se acercaban cada vez más y más, y ellas estaban a punto de colapsarse de placer. Seguí repartiendo nalgadas, besos y masajes en sus fundillos, al nivel más acelerado que podía, hasta que las lleve al clímax; mientras frotaba mi cara en sus culos y les daba unas buenas nalgadas, todas ellas gimieron en un orgasmo masivo al mismo tiempo, retorciéndose de placer como gordas lombrices.

Quedamos exhaustos por toda la actividad sexual y me dormí de nuevo, con todas ellas a mi alrededor, abrazándome, dormidas también.

Al despertar era el ocaso, y estaba otra vez solo en la cama. De nuevo, me sentía un poco más joven que antes; quizás ahora ya no era sino un niño de 9 años. Me di cuenta de que estaba acostado sobre el pecho de tía Clara; ella estaba abrazando mi espalda con el brazo, ella era la que me había despertado. Traté de decir algo, pero ella se puso un dedo en los labios: “Shhh… Tus tías están durmiendo”, susurró.

Comencé a sentir un hambre intense, y ella, como anticipándose a mis pensamientos, llevó mi boca a su pecho. Me sostuvo la cabeza con una mano, y colocó su pezón entre mis labios. Pronto, dulces chorros de leche corrieron desde su moreno seno a mi boca. La tragué toda, saciando mi hambre. Como era bastante grande, casi vacíe sus dos pechos, y al terminar me sentí adormilado nuevamente. Traté de reclinar mi cabeza en su pecho para volver a dormir, pero ella sostuvo mi cabeza con su mano.

“Marcos, no te duermas aquí”, susurró, “esta noche dormirás con tu tía Lara”.

Casi me había olvidado de mi tía Lara; ella no había estado en la sesión de masturbación... Ni tampoco tía Bety, ¡¿Dónde demonios estaba?! Tía Clara me guió por el pasillo hacia una nueva habitación, que nunca había visto en mi vida. El cuarto estaba iluminado por lámparas rojas, y lleno de esculturas. Tenía una fina alfombra en el piso, y un enervante perfume llenaba el aire.

“Esta es la recámara matrimonial de tía Lara”, tía Clara informó, “Anda, ve y dale un regalo a tu tía.”

Una cama King-size estaba colocada en el centro de la habitación; tenía sábanas con corazones rojos dibujados, cobijas de terciopelo, y dos grandes almohadas con forma de corazón en la cabecera. Y en la cama estaba mi tía Lara; ella estaba usando sólo una vaporosa camisa, abierta de tal modo que me permitía ver sus pechos de mujer joven. El resto de su cuerpo no estaba nada mal, tampoco; ella era muy morena, con las uñas de sus pies y manos pintadas de rojo, y su figura era esbelta y atractiva. Tenía los ojos cerrados, y una sonrisa en su boca.

“Anda, ¡ve!”, tía Clara susurró enérgicamente, dándome una palmada en las nalgas.

¿Qué me estaba pidiendo? Yo no era sino un niñito… ¿Qué se suponía que pudiera darle? Camina a la cama en que tía Lara estaba acostada, y cuando la contemplé más de cerca, me pareció aún más bella que antes. Sus párpados, finos y delicados, y su cabello, negro y largo desparramándose por todo el colchón. Su vulva estaba rasurada, con sólo una ligera capa de bello adornándola. Lentamente, trepé la cama y me tendí a su lado. La calidez de su cuerpo me hizo excitarme; me hacía sentir como en casa.

Los brazos de tía Lara se movieron lentamente para abrazarme. ¿Estaba durmiendo? ¿Fue un reflejo, acaso? Le dejé llevarme hasta su pecho, donde me sentí suave y seguro. Conforme me jalaba hacia su cara, tuve necesariamente que acostarme sobre ella. Abrió lentamente las piernas, como si quisiera que me acostara entre ellas. La posición era perfecta; para mi altura, podría reclinar mi cara entre sus suaves senos, y nuestros genitales se encontrarían perfectamente alineados. ¿Iba yo a hacerlo?

Eché un vistazo arriba, y tía Lara sonrió con amplitud, con sus ojos aún cerrados, confirmándome. No tenía nada que perder, y me pene crecía con la sensación. Comencé lentamente a penetrar esa cavidad entre sus piernas…

Cuando desperté de Nuevo, todo se veía borroso; alguien me cargaba en brazos. Pensé que sería mi tía Lara, pero no podría asegurarlo. A mi alrededor había voces y otras siluetas; imaginé que eran mis tías, pero en la oscuridad era tan difícil saberlo... ¿Qué estaba pasando? Recuerdo papel tapiz de coloridos diseños, y luego fui depositado en lo que parecía una gran cuna. ¿Cuál era mi edad ahora? Era imposible saberlo. Abrí los ojos y vi hacia arriba; había cinco siluetas femeninas, mirándome hacia abajo. Conforme empecé a cerrar los ojos de nuevo, ellas salieron de la habitación.

Media hora después, desperate por voluntad propia. Tenía qué saber lo que estaba pasando. A juzgar por mi cuerpo, probablemente había rejuvenecido un año más; logré trepar fuera de la cuna, y luego anduve con cuidado hacia la puerta. El ambiente era tan frío, especialmente sobre mi cuerpo de niño desnudo, y todo estaba silencioso. Llegué a la conclusión de que me habían llevado al cuarto de bebés. Eché un vistazo afuera entreabriendo la puerta y vi un pasillo oscuro, con una luz que se divisada a lo lejos. Aparentemente no había nadie alrededor, pero intenté salir sin hacer ruido. Cuando finalmente llegué a la luz, encontré que ésta venía de una puerta entreabierta. Miré cuidadosamente, tratando de encontrar qué había dentro, y lo que vi fue a cuatro de mis tías, formando un círculo. Estaban totalmente vestidas, en los mismos trajes de secretaria o ejecutiva en que las encontré al llegar a casa. Unos segundos después, el círculo se abrió, y tía Clara apareció. Ella hablaba arrastrando forzosamente a alguien hacia dentro del círculo, y en ese momento pude reconocerla claramente: era tía Bety, ambas usando uniforme de secretaria también.

Las tías comenzaron a discutir:

“¿Qué te dije antes, Bety?”, tía Clara dijo. “Que podías ser una de nosotras, pero tenías que comportarte”.

Tía Bety trató de zafarse del agarre, pero tía Delia ayudó a Clara a controlarla.

“¡Les digo que esto no está bien!”, tía Bety alcanzó a decir, desesperadamente, mientras forcejeaba.

“Eso no importa”, dijo tía Lara. “La pregunta es si aún quieres ser una parte de nosotras”.

Tía Bety no contestó; el círculo se abrió un poco más y pude ver un sofá en el centro. Tía Clara se sentó en el sillón, mientras tía Delia sometió a tía Bety, acostándola boca abajo, en el regazo de Clara.

“¡A ver si con esto te arrepientes!”,tía Clara dijo, y nalgueó fuertemente a tía Bety por encima de la falda; el sonido fue extremadamente fuerte. Tía Delia estaba sosteniendo aún a Bety por la parte superior de su cuerpo, así que no tenía modo de escapar. Me pregunté cuál sería la razón por la que la estarían castigando. Tía Clara nalgueó a tía Bety dos veces más, y ella gritó de dolor; las nalgadas fueron tan duras que sus piernas, cubiertas con las pantimedias, no pararon de agitarse como tijeras. Mis otras tías sólo supervisaban el castigo, con los brazos cruzados y las piernas abiertas, observando con aprobación.

“¡¡Por favor!! Basta!!”, rogaba tía Bety, llorando de desesperación. Sus piernas se agitaban tanto, que sus zapatos negros, de tacón alto, resbalaron de sus pies cayendo al piso.

“Creo que puedo hacerla cambiar de opinión”, dijo tía Clara, y le levantó la falda a mi tía, para que todas vieran sus panties (llevaba el calzón por encima de las pantimedias). Tía Lara ayudó a Clara a bajarle los calzones a tía Bety, y luego los arrojaron lejos; Clara se preparó para continuar con las nalgadas. Por los gritos de tía Bety, debieron haber sido extraordinariamente fuertes. Luego de cuatro nalgadas más. Me sentí muy triste por lo que le hacían a mi tía… Pero a la vez tenía miedo de lo que mis tías podían hacerme, de intervenir. Luego de cuatro azotes más, tía Marta y Delia comenzaron a desvestir a tía Bety: Marta le arrancó la falda de un movimiento, mientras tía Delia le quitaba el chaleco por la fuerza. Una vez que hubo quedado tan sólo vistiendo sus pantimedias transparentes, tía Clara le acarició entre las piernas rudamente, mientras le jalaba el pelo.

Comenzaba a sentirme realmente mal; tía Bety mientras tía Clara le quitaba las pantimedias. Finalmente, pude contemplar el gran trasero de tía Bety, pero estaba en malas condiciones: había quedado al rojo vivo, e inflamado por tanta nalgada. Tía Clara la nalgueó una y otra vez más, mientras mis otras tías veían, hasta que tía Bety se las arregló para dejar de llorar. Entonces tía Clara la arrojó al piso, mientras mis otras tías la rodeaban, diciendo cosas que no pude entender.

Por último mis tías se dirigieron a la puerta, mientras tía Betty seguía en el piso llorando. Me apresuré a escapar y volver al cuarto de bebés. No quería pensar lo que me harían si llegaban a atraparme. Pude huir sin ser notado; luego trepé a la cuna para fingirme dormido nuevamente.

Había tenido una poderosa impresión al ver a mi más ruda tía totalmente derrotada y humillada. ¿Qué estaban planeando mis tías? Tendría que esperar hasta el día siguiente para saberlo.

CONTINUARÁ

 


 

End Chapter 3

Mis Tías las Brujitas

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